Un coach es
experto en tecnología comunicativa para hacer descubrir los objetivos y
acompañar al cliente en el compromiso de lograrlos. En este sentido, el
coaching es una herramienta metodológica más de la psicología, aunque por las
vicisitudes del mercado la etiqueta coaching se ha hecho un hueco fuera de la psicología, cosa
que ha permitido que personas no graduadas en psicología ofrezcan los servicios
de coaching gracias a diferentes certificaciones emitidas por las propias
empresas de formación.
Un psicólogo ofrece
las garantías de una formación universitaria y de formar parte de un colectivo
con un Colegio Profesional desde donde se marcan las directrices éticas y
deontológicas, cosa que asegura al cliente la seriedad y profesionalidad del
servicio.
El psicólogo está entrenado por defecto en las técnicas comunicativas y
de entrevista, pero además y a diferencia del coach no psicólogo, tiene
conocimientos de los procesos psicológicos, cosa que le permite interpretar mejor la
personalidad del cliente o los mecanismos mentales que le acompañan en los
problemas que motivan la consulta.
Pero hay más ventajas. El psicólogo, a diferencia del coach (si ejerce
el Coaching de forma rigurosa), puede ofrecer al cliente diferentes
metodologías de intervención, de acuerdo a su enfoque. Puede prescribir tareas,
aconsejar o dar pautas de actuación, entrenar habilidades o recursos, etc., en
definitiva intervenir de
forma directa. Si usted acude a un coach no psicólogo que interviene
directamente sin limitarse a sugerirlo a partir de la conversación, cuidado
porque puede que se esté extra-limitando haciendo cosas por las que no está
preparado.
El problema radica en la forma de vender el coaching. Mientras la
Psicología se rige por los principios formales marcados por el Colegio profesional,
el Coaching tiene la libertad propia de una profesión no regulada formalmente,
lo que provoca que los coaches no psicólogos ofrezcan servicios por los que no
están preparados, usen testimonios “sospechosamente” favorables, y utilicen
tarifas a menudo desmesuradas, más como estrategia de marketing que no
correspondiéndose a la calidad del servicio y la experiencia del profesional.
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